agosto 02, 2008

Cartas desde mi Sambil

Una vida de faltas y excesos. Si, una vida de faltas de emoción y excesos de aburrimiento. Asi se vislumbraba el panorama diario de su vida, que entre negocios incompletos, visitas al centro comercial y una larga sequía sexual (¿la masturbación cuenta como terapia de pareja cuando usas ambas manos?) que en este momento iba a llevarlo a descargarse haciendo fluir palabras por sus dedos, y pensamientos por su mente. Sus salidas al mall, que en un principio habían sido "escapadas", ahora formaban parte de una mal llamada rutina en la cual saludaba a casi todo el personal de casi todas las tiendas. Solo iba para no estar en su casa, ya que ahí se sentía estancado. Salía al mall para estancarse mentalmente,viviendo por horas en este obelisco realizado al consumismo, donde la primera regla es "si no vienes a gastar, sencillamente no nos importas". Regla que -según observaciones realizadas en primera línea- nadie cumplía. El no era antropólogo, pero no había necesidad de serlo para darse cuenta de que la gente viene a los centros comerciales a observar, los más. Los menos, a ser observados. Y él, a observar como los demas observaban y eran observados. Ésa no era una gran observación. Sólo lo hacía sentirse más hundido en la gran pila de mierda mental que era su consciente, en el que se sentía cuando venía aquí, a ser desobservado, a desapercibirse, a sentirse invisiblemente notado. Y esta invisibilidad social a la que voluntariamente se sometía, era en gran parte lo que lo estaba llevando por el camino de la sequía sexual. Y le estaba jodiendo el cerebro. Era algo voluntariamente involuntario. Es que una vaina es una relación fisica, la descarga hormonal/feromonal de tocar, morder, oler y disfrutar. Probar. Lamer. Por que así somos! Muy a lo Unisex de Rojas, a lo Asfixiático de Palahniuk. Y otra cosa muy distinta es el sexo que quieres tener con alguien que, sin darte sexo, te ponga a mil. Con alguien que sin verse, te excite. ¡Nojoda! No me vas a negar que es más excitante que el carajo verla venir, escucharla, saber que lo sabe, saber que lo quiere y -cual cómplice- ponerse de acuerdo sin intercambiar palabra, solo con una mirada que en tu enferma mente significará coito, y en la suya será "¿Y que le pasa a este que me mira así?". Esa, es una de las consecuencias de venir mucho al Sambil.

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